ÓRALE BURGER
ÓRALE BURGER: REIMAGINA LA HAMBURGUESA A TRAVÉS DEL DISEÑO Y LA GRÁFICA .
CDMX, Mexico, 2025
SERVICES
ARCHITECTURE/INTERIOR
PRODUCT/INDUSTRIAL/FURNITURE
VISUAL IDENTITY
STORYTELLING
Órale Burger reinterpreta la experiencia del comensal a través del diseño industrial de mediados del siglo XX. En 130 m2, MYT+GLVDK articula un discurso visual donde arte, arquitectura y branding se funden para explorar cultura, espacio y expresión.
En un cruce inesperado entre la nostalgia industrial y la libertad gráfica, surge Órale Burger, el más reciente proyecto del estudio MYTGLVDK para el grupo Órale. Ubicado en la Avenida Horacio, en pleno corazón de Polanco, este nuevo restaurante se distingue por una narrativa arquitectónica y visual que encuentra sus raíces en la posguerra, los códigos del funcionalismo y la estética del diseño gráfico de mediados del siglo XX. Con la misma visión sensible y estructurada que define cada proyecto del estudio —pero con un lenguaje propio e irreverente—, Órale Burger se presenta como algo más que un lugar para comer: es una declaración de principios que toma forma a través del diseño, el color y los materiales.
La mirada del estudio —dirigido por Regina Galvanduque y Andrés Mier y Terán— va más allá de la superficie. Se adentra en los lenguajes de la modernidad tardía, en los gestos de la producción en serie y en las claves visuales del diseño industrial de posguerra. Inspirado libremente por estas ideas, el restaurante se construye a partir de líneas claras, formas elementales y materiales funcionales como el acero, la formica y el vidrio. Lejos del cliché del diner americano, la propuesta se sustenta en una estética sobria y geométrica, donde la eficiencia programática convive con un marcado espíritu de época. Un gesto singular atraviesa todo el relato: el uso del vitroblock redondo como pieza central, un hallazgo material que estructura fachada, barra, luminarias y atmósfera con carácter.
El color, como herramienta expresiva, se manifiesta en una paleta de tonos primarios levemente desaturados, que evocan la gráfica editorial de los años cuarenta y cincuenta. Esta decisión cromática no es fortuita: remite a la cultura visual de posguerra, cuando los periódicos y panfletos gritaban urgencia, opinión, resistencia. En Órale Burger, esa energía se traduce en una atmósfera vibrante, acogedora y gráfica, compuesta por retículas visibles, collages de recortes tipográficos y composiciones superpuestas que operan como una segunda piel, contando silenciosamente la historia de este lugar. .
Hay lugares que no replican, sino que interpretan. Espacios donde el diseño no se impone, sino que se insinúa con inteligencia. Órale Burger es uno de ellos.
El mobiliario —también diseñado de manera personalizada– responde al mismo espíritu. Cada silla, mesa y booth ha sido fabricado con estructuras de acero cromado, madera de encino y tapizados en pieles vinílicas sobrias, apelando a una estética funcional y democrática inspirada en la mitad del siglo pasado. Esta coherencia material se proyecta en cada detalle, desde las barras hasta la disposición de las luminarias, reafirmando un concepto de diseño que privilegia la consistencia por sobre el ornamento.
Con capacidad para 68 comensales, distribuidos en 130 m2 entre planta baja y alta, el flujo espacial favorece una experiencia clara y bien orquestada, donde arquitectura, identidad y servicio convergen en una única narrativa.
Desde la identidad gráfica hasta la experiencia del comensal, Órale Burger se inscribe en una línea de diseño que rehúye la espectacularidad vacía y los estereotipos recurrentes. Aquí, la palabra «órale» no es solo un sello de identidad: es una exclamación que invita a ver lo cotidiano con otros ojos, a reconectar con los orígenes de la producción cultural desde una sensibilidad contemporánea. En diálogo con Órale Milanga —que rinde tributo al barrio y a la tradición—, esta nueva propuesta amplía el universo del grupo con una mirada más urbana, más crítica, más gráfica.
Lejos de ser un objeto aislado, este proyecto forma parte de un conjunto de ideas que se han ido gestando tanto en la ciudad como en el estudio. Una visión que busca devolverle al diseño su potencia expresiva, su capacidad de abrir preguntas, de provocar vínculos. Porque comer no es solo una necesidad básica: es reconocer un gesto, compartir una memoria, habitar un lenguaje. Es también una invitación a recorrer los pliegues del siglo XX desde el presente, con ironía, cuidado, rebeldía y oficio.
Hay lugares que no replican, sino que interpretan. Espacios donde el diseño no se impone, sino que se insinúa con inteligencia. Órale Burger es uno de ellos. Al recorrerlo —ver la luz filtrarse entre los vitroblocks, percibir la voz gráfica de los muros o saborear una hamburguesa minuciosamente preparada— emerge una sensación difícil de nombrar pero fácil de reconocer: la de estar en un sitio donde la historia se transforma en materia prima y la comida es solo una excusa para el encuentro. Una estética que honra el pasado sin nostalgia y abraza el presente sin solemnidad.
